A modo de principio contaré del por qué estoy escribiendo este Blog. Es lo más simple del mundo. Es porque se me da la real gana. Yo soy así.
Quizás sea de mayor relevancia el contar los temas sobres los cuales versará este Blog. Básicamente, de todo y de nada. O sea, de la vida. Ni más ni menos. Ambicioso, pero así soy yo.
¿Que quién soy yo?
Un ser humano. Ni más que eso. Ni menos tampoco. Sólo un ser humano, con su diaria carga de pequeñas alegrías, pesares, dolores y victorias. Como cualquiera.
Adolezco de ciertas pasiones. Algunas dirían fijaciones. La comida y la bebida son claramente temas recurrentes, recursivos diría yo, en mi actuar y en mi discurso. Me han dicho que eso es normal. No me preocuparé entonces.
El problema está entonces en otro lado. ¿Quizás en mi fanatismo por la lectura? ¿En mi omnibulación por los libros?
Es verdad. Soy un lector poco cultivado pero absolutamente voraz en mis lecturas. Además, soy omnívoro. Leo de todo y también lo que me caiga entre las manos. Y así soy yo.
¿Que qué entiendo de lo que leo?
Pues, todo. Bueno, casi todo. El único problema es que todo se me mezcla después en la cabeza, fermenta, se pierde, y me deja en un estado de anarquismo ontológico sumido en la cacofonía. Queda algo así como el compost. Huele feo, pero me han dicho que es bueno para el crecimiento.
A ese compost se le suele llamar Cultura General (en francés Culture G), la cual no tiene mayor relación con el Punto G, según me han contado. Ahora cuento con una Cultura General bastante espesa, dotada de ricos aromas a bosque y a fruta madura y húmeda, por no decir podrida.
En donde se cuenta el principio
Contando con eso, es gran tiempo de contar lo que he leído. Y, a modo de principio, y por principio, partiré con el principio.
Hace más de cuatro mil años se contó un cuento, el cual posiblemente sea aún más antiguo, pero por primera vez ese cuento fue contado con tecnología moderna. Es decir, fue escrito en tabletas de arcilla con un palito usando caracteres cuneiformes. Fueron doce tabletas de arcilla las que contaron La Epopeya de Gilgamesh. Esa es la más antigua historia jamás escrita. Fue olvidada, encontrada, traducida y vuelta a contar. Ese es el poder de la palabra escrita.
Se considera como la primera obra de literatura, y cuenta las aventuras y desventuras de un gran héroe; Gilgamesh. De hecho, introduce el arquetipo del héroe, que parte a buscar la aventura porque sí, después duda, pero al final logra vencer. La Epopeya de Gilgamesh son varias historias en paralelo. La básica es la del héroe arquetípico, pero también está la amistad con Enkidu y la búsqueda de la inmortalidad. Nuestro héroe hace lo que todo buen héroe debe hacer, luchar contra sus enemigos, perdonarlos, matar monstruos y viajar hasta el mismo infierno en búsqueda de lo inalcanzable.
Meta-historias y contextos
Como meta-historia está el cómo ser un buen rey y gobernar bien a su pueblo, introduciendo algunos límites ante el poder del rey, como, por ejemplo, no acostarse con las futuras esposas antes de ser desfloradas por sus hombres. Interesante el como la preocupación por establecer los límites del Estado en la vida privada es antigua.
También está la dualidad entre la civilización y lo salvaje, muy presente en la conciencia de la primera civilización que alcanzó el nivel de Ciudad-Estado, Uruk. Quizás lo más interesante es la representación del rol civilizador de la mujer sobre el hombre semi salvaje, Enkidu, por muy puta que sea ella. La mujer y su sempiterno altruismo ontológico.
El contexto religioso nos presenta con una tremenda sorpresa; el diluvio y la historia del Arca de Noé, pero sutilmente diferente, con los nombres de todos los personajes cambiados. Utnapishtim no se parece mucho a Noé. Sumado a la lista de reyes sumerios tenemos una interesante perspectiva sobre el antiguo testamento.
Nuestra humanidad pasa por nuestra mortalidad...
Gilgamesh el mayor rey de la Tierra, dos terceras partes dios y una humano, descubre que también va a morir, a pesar de todos sus esfuerzos y de todo su poder, y eso lo hace humano.
Para mí, eso es lo más interesante de este relato. Más de cuatro mil años después, la historia nos llega. Es una historia profundamente humana, con preocupaciones que resuenan del mismo modo hoy.
Somos tan humanos como ellos lo fueron, y eso es reconfortante en alguna parte. No sé qué parte, pero alguna parte...
jueves, 13 de marzo de 2008
A modo de principio...
Publicado por Unknown en 6:45
Etiquetas: Anarquismo ontológico, Enkidu, epopeya, Gilgamesh, lector omnívoro
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