domingo, 19 de diciembre de 2010

Un hijo, un árbol y un libro.


Muchos años atrás, el gran poeta cubano José Martí habría de decir que: "Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro". Tengo dos maravillosos hijos de los cuales estoy muy orgulloso. Grandes están dando pasos de universitarios a punto de emprender su propio vuelo. Como pater he adoptado más hijos, simbólicamente, en mi vida. He plantado muchos árboles, principalmente frutales, en varios jardines de por todo este mundo. También he escrito muchas cosas en mi vida, algunas han sido publicadas en la Web, en mi sitio o en uno de mis Blogs. Pero, y no es un pero menor, nunca había escrito un libro. Uno de esos de verdad, de papel, con tapa y contratapa. Faltaba eso.

Otro gran poeta cubano, don Silvio Rodríguez, cantaría un día;

¿Quién lo ayuda a ir al cielo?, por favor
¿Quién puede asegurarle la otra vida?
Apiádense del hombre que no tuvo
Ni hijo, ni árbol, ni libro

Un hijo, un árbol y un libro, pues en verdad se parecen. Y mucho. Todos parten con una pequeña semilla. Todos van creciendo con los años. Y todos dan frutos. Un hijo parte de una pequeñísima semilla de amor, va creciendo en largos años nutrido de ese mismo amor y termina por dar maravillosos frutos de amor retribuido, de logros y de nietos. Un árbol también parte con una semilla, crece por muchos años, lustros y décadas, primavera tras primavera, dando jugosos frutos de dulce goce. Un libro es lo mismo, parte con la inmaterial semilla de una idea, crece palabra tras palabra, frase tras frase, metáfora tras metáfora, página tras página, hasta cristalizar en un todo, materializarse en tinta sobre papel. Ese todo es portador de frutos etéreos de orgullo, satisfacción, logro, meta alcanzada, fama, además de los consabidos retornos económicos, ese exquisito eufemismo por el cochino, pero tan indispensable, dinero.

Claro está que los frutos son sólo la cosecha de incontables noches escribiendo, de solitarias madrugadas corrigiendo, de largos días frente a la hoja en blanco, anotando ideas o frases inconexas. El escribir es una maldición. En verdad os digo, es una gran maldición, pues no se llega cansado a casa después del trabajo a escribir por placer, sino porque es perentorio, ineludible, el arrancar un poco del alma para dejarla tirada en el papel en un vano afán de alcanzar un breve instante de sosiego. Se escribe porque se debe, obsesivamente, sacar lo que está dentro.

Sé quien pasó la vida maldiciendo
Recorriendo en silencio viejas calles
De mujer en mujer como un mendigo
Sin hijo, ni árbol, ni libro
Sin hijo, ni árbol, ni libro

¿Qué hacer con esas hojas de 刺身, sashimi, de alma propia? ¿Sazonar el 刺身 de alma propia con una buena porción de ワサビ, wasabi, comérsela y ponerse a llorar? Algunas personas amontonan cuadernos que nunca habrán de ser leídos por nadie, nunca. ¿Cuántos poemas anónimos habrán sido escritos para terminar como papel reciclado? ¿Cuántos poetas invisibles caminan nuestras calles? ¿Nuestras veredas? Felices duendes dueños de sus idioletras. Otras personas toman la hojarasca de sus noches en blanco y la difunden urbi et orbi empapelando el mundo con todo lo que excretaron en cuanta hoja se les cruzó en el camino. Cada cual su vida y cada cual su camino, , Tao en chino mandarín o en japonés.

Mi partió hace un par de décadas más o menos con esa entrañable manía de anotar las palabras y expresiones nuevas en sempiternas libretas de notas, esté donde esté, en el estado de intemperancia alcohólico que esté. Así se fueron juntando palabras, voces, expresiones, modismos, proverbios y frases anotados en libretas o en cualquier pedazo de papel al alcance. Adolezco, entre muchas otras, de la manía de ordenar lo que sea, cosa razonable para un computólogo como el que escribe, pero absolutamente insufrible en un ser humano. Sin embargo, gracias a esa manía, paulatinamente la cosecha de palabras fue ordenada en archivos (i.e. ficheros) temáticos. Pasó el tiempo, como suele pasar, hasta que un buen día la gente alrededor mío empezó a hablar en HTML de una cosa llamada la Web y así fue como en 1994 inicié el proceso de migrar los documentos a la Web. Como suele suceder con los grandes cambios culturales, estaba entrando de lleno en la era de la Web y de las publicaciones digitales sin darme siquiera cuenta. Ahora agregaba mis notas directamente a los documentos en la Web, según el azar de los viajes, de los aportes vía correo electrónico y de mis ratos libres.

El tiempo siguió pasando con su ritmo de lento río pausadamente escogiendo su rumbo, meandro tras meandro, y los documentos en la Web siguieron creciendo hasta llegar a convencerme de que su eventual materialidad se hacía ineludible. Uno de los documentos con mayor crecimiento fue el denominado Más X que Y (http://www.levieuxcoq.cl/Mas_X_que_Y.html) pues es el resultado de la recopilación sistemática de una expresión cultural muy propia a nuestros países.

Más X que YComo la recopilación de Más X que Y alcanzó una masa crítica innegable llegó el momento de llevarla a un soporte físico, siendo el papel un medio perfecto en un acto de un atavismo fulminante en estos digitalizados días. El usar piedra como soporte físico habría creado un producto de lo más duradero, ciertamente más impresionante y de seguro con una fuerte diferenciación competitiva, pero por motivos meramente de practicidad la piedra dejó de estar de moda entre los libreros hace como unos dos a tres milenios, por lo bajo. Claro está que el soporte en tabletas cuneiformes, papiros, quipus, pergaminos o memorias de ferrita también adolecen todos de problemas que varían entre el peso del medio mismo hasta las quejas de los corderos. Finalmente me decidí por el papel y el resultado está a la vista en el libro homónimo, el cual los bienaventurados lectores podrán encontrar y, sobretodo comprar, en Amazon.com para empezar, y quién sabe en qué otros sitios o librerías.

Los hombres sin historia son la historia
Grano a grano se forman largas playas
Y luego viene el viento y las revuelve
Borrando las pisadas y los nombres
Sin hijo, ni árbol, ni libro

Pero un libro es como un hijo en otro sentido; ambos son un verdadero parto. Ambos se deben parir, con dolor, con empuje, con mucho esfuerzo y con sangre. El tomar un documento publicado en la Web y pasarlo a formato de libro parecía ser una tarea relativamente simple. En la práctica, resultó un parto.

Para editar este libro partí tomando algunas decisiones. La primera fue de realizar la edición en una plataforma editorial que me asegurara una buena distribución mundial además de tener toda mi confianza. Esto básicamente limita la selección a CreateSpace, de la compañía Amazon.com, pues son el claro líder como librería virtual en Internet a nivel mundial. La segunda decisión fue la de asumir mi completa ignorancia en temas de ediciones de libros en el mundo físico, llevando a la conclusión obvia de pedir ayuda a quien sabe de estos menesteres. Justamente, mi buena amiga de tantos años, doña Coka Urzúa Piffaut, es una excelente diseñadora especialista en editar libros. Cándidamente asumimos que entre ambos teníamos las suficientes habilidades como para realizar la edición digital en CreateSpace, lo que resultó siendo cierto, pero no contamos con un claro dimensionamiento del tamaño de la empresa.

Quiero un día saber que un guardaparques
Se sentaba cansado en algún banco
Pobre hombre de arena, campesino
Borracho de las sombras de mi calle
Sin hijo, ni árbol, ni libro

En mi caso, por lo menos, tuve que preocuparme de los detalles de la portada, contraportada, introducción, prólogo, descripción, biografía y semejantes. Por suerte me acordé de don José Antonio Millán, quien en su benevolencia, había tenido la infinita gentileza de mencionar la recopilación de Más X que Y en uno de sus excelentes artículos; El mundo entero le saldrá al encuentro, lo que me dio el coraje de pedirle un prólogo, al cual accedió muy amablemente. Quizás lo que más nos dio dolores de cabeza fue el realizar el cambio mental entre un mundo en donde los textos fluyen (i.e. Flow) según el tamaño de los fonts y de la ventana del navegador a un mundo en donde eso está fijo en una página, o sea, pasar de un mundo en donde la metainformación acompaña al texto a uno en donde está implícita en la mente del lector. Muchas horas de revisión, y más revisiones, sirvieron a eliminar incontables pequeños errores de ortografía, de formato y ese tipo de detalles importantísimos. Largas discusiones sobre si tal palabra debía ir o no en itálica intercalaban las horas de minuciosa revisión. Después pasamos a la etapa de subir por un lado la tapa y por el otro el cuerpo del libro, en formato PDF, al sistema de edición de CreateSpace, en donde una mezcla de revisión automatizada y humana nos devolvían los archivos con alguna bizantina excusa técnica que tardábamos días en entender, para no decir descifrar. Tras unas tres iteraciones, los archivos con el libro fueron aprobados para su impresión en el sistema de Print-On-Demand (i.e. impresión a pedido).

Un momento de mucha emoción fue cuando pedimos una copia en papel del libro, llamada Proof, para así poder revisarlo en su fisicalidad y comprobar en el papel lo que funcionaba bien como electrones y fotones. Más días de espera hasta que llegó el libro en un anónimo y simple paquete por correo. Lo revisamos, celebramos y decidimos aprobar su publicación y distribución, con la simple acción de apretar un botón en una página Web. Dos días después el libro estaba en su propia página en Amazon.com. Declaré el éxito en la misión.

Díganlo todo un día alguna vez
Cuando no haya miserias y desastres
Apiádense del hombre que no tuvo
Ni hijo, ni árbol, ni libro

¿Qué aprendimos? Muchas cosas. Para empezar, debimos iterar más con el Proof y no sucumbir ante la impaciencia de ver el libro en un estante virtual. Se nos pasaron unos pocos errorcillos que con la cabeza fría y un par de idas y vueltas con el Proof habrían sido eliminadas antes de la edición. Aprendimos una infinidad de detalles técnicos muy largos de detallar aquí sobre el como pasar del medio Web al medio impreso, sobre el como usar la plataforma de CreateSpace, con todas sus idiosincrasias, sobre como configurar Amazon.com como autor y como editorial, para lograr cosas como Click-To-Look-Inside, por ejemplo. Pero, quizás lo que más aprendimos, fue que el tener el libro en su estante virtual es sólo el principio, pues hace falta lo más importante; la difusión. Más bien, hace falta un buen Plan de Difusión, de preferencia viral, para que se esparza la buena palabra de la existencia de este libro y de sus bondades terapéuticas. Básicamente, trabajo y más trabajo.

¿Cuáles son los pasos siguientes? Muchos, por suerte. Implantar el Plan de Difusión, conseguirse un Agente para España y los demás países de América Latina, mandar copias del libro a los bienaventurados críticos literarios, imprimirlo en Chile para distribuirlo en las librerías locales, publicar la versión en Kindle, empezar a trabajar en la segunda edición y mucho más... Pero, lo más importante es terminar la edición de los dos próximos libros en esta serie, el nunca tan bien ponderado Miccionario y el impresentable del Diccionario de Palabras Inventadas...

El que apretó una tuerca con acierto
El que dijo de pronto una palabra
El que no le importaba ser un hombre
Sin hijo, ni árbol, ni libro
Sin hijo, ni árbol, ni libro


jueves, 7 de octubre de 2010

Preparando el Tricentenario...

Se acabaron las fiestas del bicentenario, pues el dieciocho tuvo este año características apoteótisas por la pompa de las celebraciones oficiales y gargantuescas por la ingesta de alcohol a lo largo y tendido de este fin de semana largo. Ni hablaré de los pecados carnales perpetrados en tantas parrilladas a lo largo y alto del país.

Tuvimos un Desfile Militar particularmente lucido y una notable Revista Naval, los cuales mostraron los logros de la importante reorganización de las FF.AA. El Santiago del bicentenario es una ciudad moderna, con flamantes autopistas interurbanas, extensa red de ferrocarril metropolitano conectado por el Metrotrén con las ciudades suburbanas del sur, y hasta el tan vilipendiado Transantiago muestra signos de orden y modernidad. También se aprecia una pujante infraestructura y economía electrónica con los omnipresentes teléfonos celulares y cajeros automáticos hasta medios de pago tan usuales como las tarjetas de débito, Tarjeta bip! y Tags.

Chile como país está por lo general en un buen pie, con una transición a la democracia consolidada, con una economía exportadora estable, con un Estado con pocas deudas y moderno. El chileno promedio, es decir el de a pie, se siente optimista por su futuro. La clase dirigente habla de alcanzar la meta de ser un país desarrollado en unos diez años. Claro que no todo es perfecto, como bien atestigua el coeficiente de Gini, el sempiterno conflicto mapuche, los embates de la crisis externa y los efectos residuales del terremoto del 27 de febrero.

Pero, resumiendo, el bicentenario fue una tremenda fiesta, de un país moderno, en buen pie y celebrando. La resaca de las fiestas duró más de una semana, pero así debe ser una fiesta de verdad y como Dios manda.

En algún momento de la resaca me acordé del centenario, de sus fiestas, de sus desfiles, de la Revista Naval y de la situación general de Chile en 1910, quedando impresionado por las similitudes. En ambos momentos de la historia el país estaba relativamente bien económicamente, disfrutando de las exportaciones de su principal producto minero, el salitre en 1910 y el cobre en 2010. Santiago había sido remozado en ambas ocasiones para mostrarlo al mundo como una ciudad moderna, fiel reflejo de lo que pretendía ser el país. En ambos instantes las clases dirigentes festejaban su éxito financiero sin demasiada preocupación por los reclamos de los sectores más desposeídos. En el Chile de 1910 la clase dirigente y los sectores progresistas se creían reconciliados después de la breve pero intensa Guerra Civil de 1891, al igual que la clase dirigente y los sectores progresistas del 2010 dan todos por superada la cruel dictadura de ese anacronismo histórico en Chile de un caudillo militar. En efecto, la situación de Chile en 1910 y en 2010 es muy similar.

¿Será lo mismo para el tricentenario?

Nadie sabe cómo será el Chile del tricentenario. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en las similitudes entre el país de 1910 y el de 2010. El alegre optimismo de 1910, la Belle Époque, murió trágicamente en 1914 con la atroz carnicería de la Primera Guerra Mundial, con sus pavorosos gases de combate, la terrible Gran Depresión de los años 30 de la cual se salió con otra carnicería, llena de negras pesadillas de muerte industrializada, sólo para despertar anonadados en el medio de la Guerra Fría con su siempre presente Espada de Damocles nuclear.

Para Chile la crisis económica se inició cuando una Alemania bloqueada no pudo importar más el salitre e inventó los nitratos y fertilizantes artificiales en manos del famoso y nefasto químico don Fritz Haber, quién habría también de inventar los gases de combate, y quien fuera amigo íntimo y jefe de don Albert Einstein. Ambos eventualmente obtendrían un Premio Nobel. Chile entró en un marasmo económico, con sublevaciones de la Armada, revueltas varias y surtidas, gobiernos duros o directamente dictaduras, terminando con un anacrónico intento de caudillismo liderado por una derecha olvidadiza de su parlamentarismo eterno.

Tras dos aspirinas me pregunté, ¿qué nos depara este próximo siglo de vida independiente? ¿Más guerras mundiales, depresiones, crisis económicas, políticas? ¿Qué invenciones vendrán a destruir los mercados exportadores? ¿Estamos como país preparados? Sólo cuatro años separaron el optimismo de la Belle Époque, de ese largo siglo lleno de optimismo decimonónico, con la dura realidad de las ametralladoras de 1914.

Quizás esta vez sería bueno prepararse de verdad para el próximo siglo de vida... ¿No?

Les dejo la inquietud...

lunes, 1 de febrero de 2010

El sueño de Avatar....



Oel ngáti kámeie.

Finalmente, me hice algo de tiempo y fui a ver la película de la cual todos hablan; Avatar. Claramente fui a verla con mis prejuicios a cuesta, y eso que eran muchos, así que la próxima vez los dejo en casa para no cansarme tanto. Para empezar, el primer prejuicio fue el de "otra tonta película americana más", dentro de la interminable lista de tontas películas americanas. El segundo prejuicio versaba sobre el clásico defecto de las películas de Sci-Fi en donde los efectos especiales (i.e. FX en inglés) son el centro de la película mientras que la trama es paupérrima y los personajes tienen menos peso que un paquete de cabritas. El tercero era la imperiosa necesidad de una guerra, o por lo menos de una batalla, entre el bien y el mal, entre los buenos y los malos, ganando siempre los buenos tras un derroche primermundista de explosivos y plomo. Pero, el cuarto prejuicio me decía que la salsa de esta sopa debía estar sazonada con una buena historia de amor imposible, prohibido, ilegal, inmoral o zoofílico, según alcance el presupuesto. El quinto y último prejuicio aleteaba imperceptible alrededor de mi inconsciente anunciando el temido sermón ecológico neonewage implícito en la película. En resumen, esperaba que la película Avatar fuese algo así como el cruce de Pocahontas con Les Schtroumpfs, en un remake de Blanca Nieves.

Bueno, después de haber visto la película debo confesar que, efectivamente, todos mis prejuicios resultaron ser absolutamente valederos, verdaderos y vistosos, valga la incoherencia. Todos. Por lo menos el presupuesto alcanzó para la zoofilia y así hacer más llevadera la situación. Pero, entonces, ¿por qué este film ha tenido tanto éxito? Y no digo sólo éxito de taquilla, sino que se está convirtiendo en un fenómeno social importante, con innumerables foros dedicados a la cinta, a Pandora, a su ecología, a los Na'vi, a su cultura y a su lenguaje. De hecho el lenguaje de los Na'vi ha generado una ola de seguidores no vista desde que la gente se puso a leer a Shakespeare en Klingon basándose en el famoso comentario del High Chancellor Gorkon; "You have not experienced Shakespeare, until you have read it in the original Klingon." Desde J. R. R. Tolkien que nadie había incurrido en el pecado de glossopoeia como los hizo Paul R. Frommer para Avatar. ¿Qué viene ahora? ¿Las Barrack-Room Ballads de Rudyard Kipling en Na'vi?

Entonces, ¿por qué existe este fenómeno social si la película no es tan buena? ¿O será efectivamente buena la cinta? Veamos... hagamos una crítica formal de esta...

Avatar es una excelente película. Tiene lo mejor de lo que Hollywood es capaz de hacer; una buena historia de amor, una excelente pelea, un tempo impecable y una fotografía maravillosa, el todo apoyado en una profusión de efectos especiales digitales increíbles. Probablemente sea la mejor cinta de la última década. Como tecnópata empedernido, de la variedad estrujadores de bitios impenitentes, no puedo dejar de maravillarme, asombrarme y aplaudir ante la magnificencia del despliegue tecnológico. Es el primer film 3D en donde no se usan planos para realizar el efecto, con un nivel de detalle asombroso en cada frame, algoritmos novedosos y hasta parafernalia innovadora como las cámaras 3D especialmente diseñadas para la filmación. Una verdadera tecnofanía derivada de una experiencia visual asombrosa.

Seré un tecnópata impenitente, pero me gusta una buena historia bien contada. Avatar es una historia simple, lineal, totalmente predecible y con caracteres más planos que una estampilla. No sólo James Cameron usa absolutamente todos los clichés del libro, sino que se copia a si mismo a ultranza. Parodiando un poco, pero sólo un poco, el script de Avatar es el de Aliens mezclado con la historia de amor de Titanic. De Aliens tenemos el concepto base de las corporaciones malévolas que controlan a la humanidad en el futuro, de los burócratas absolutamente perversos y fríos, de los Space Marines, ahora contratados privadamente en una alusión nada velada a Blackwater, y dedicados a matar cuanta alimaña, inteligente o no, se les ponga al frente en cuanto planeta perdido exista. También tenemos a los siempre útiles exoesqueletos, con la escena final de lucha entre una alimaña extraterrestre y un humano dentro de su exoesqueleto. Como personajes vemos al clon del Private Vasquez, algo menos musculosa, en la forma de la preciosa piloto Trudy Chacón, que aporta la sensualidad de las mujeres latinas, para balancear el clásico estilo in your face de Sigourney Weaver, quien ahora dejó de llamarse Ellen Ripley y se llama Dr. Grace Augustine, pero sigue teniendo relaciones ambiguas entre su humanidad y su extraterrestrialidad.

De Titanic tenemos la historia del amor imposible entre dos personajes de dos mundos completamente distintos, pero que se aman y tienen éxito a pesar de las convenciones y de las trágicas circunstancias que los rodean. El uso de clichés surtidos es muy aparente en los discursos motivacionales del villano emérito Colonel Miles Quaritch, clon de Duke Nukem, como por ejemplo cuando dijo You are not in Kansas anymore y Shock and awe... Podría seguir un buen rato pero a estas alturas debiese quedar claro que James Cameron no escribió precisamente una historia original para esta película.

Entonces, ¿por qué tanto éxito de taquilla y tanta omnibulación con este film?

Me permitiría sugerir la siguiente hipótesis; Avatar es una historia diseñada para el gringo promedio presentándolo con la utopía de una sociedad ideal. Convengamos que las utopías en las cuales se pueda creer hoy están singularmente escasas en un mundo en donde el comunismo se derrumbó con la caída del muro mientras que la caída del mercado y de los bancos arrastró consigo a la utopía del capitalismo. En resumen, hoy tenemos un déficit de utopías grave. Y las utopías son importantes pues representan nuestros sueños colectivos, porque ya sabemos "que toda vida es sueño, y los sueños, sueños son".

Examinemos un poco la sociedad de los Na'vi. De manera simplista se podría decir que son la materialización perfecta del mito del Bon Sauvage, tan defendido por los buenos de Michel de Montaigne, Jean-Jacques Rousseau y John Dryden, quien llegara a escribir en su tragedia The Conquest of Granada los siguientes versos;

I am as free as nature first made man,
Ere the base laws of servitude began,
When wild in woods the noble savage ran.


De una manera más práctica, ¿qué podemos discernir de la sociedad de los Na'vi? Como antropólogo lo primero que podemos decir es que forman tribus dentro del Número de Dumbar, o sea, más o menos unos 150 integrantes por grupo humano. En dichas tribus tienen una sociedad eminentemente igualitaria, sin posesiones físicas más allá de las que llevan puestas, en donde cada individuo vale sólo por sus logros como persona. Todos son iguales, salvo la pareja que lidera la tribu, la cual por un lado comparte el poder con áreas muy definidas para cada uno y por el otro lado llegan a dicho puesto por meritocracia. La sociedad de los Na'vi es homogénea, igualitaria, sin diferenciación en las labores de los hombres y las mujeres, sin diferenciación por color de la piel, sin diferenciación por clase social y sin diferenciación en las posesiones materiales, pues todos tienen exactamente lo mismo; su conexión con el planeta Pandora, personificada en Eywa. Las parejas Na'vi se forman por elección mutua de ambos y duran de por vida; "they form permanent mated pairs" explicó la Dr. Grace Augustine. Nada de divorcios con toda su carga emocional. Todos los Na'vi tienen esencialmente el mismo cuerpo delgado, fuerte, sin uno solo con muestras de obesidad, gordura o siquiera un mísero rollo en el estómago. Si hasta tienen más o menos la misma altura. No se ven Na'vi enfermos ni tampoco con claras señas de edad avanzada. En el pueblo se ven unos pocos niños en buena salud, lo cual es muy distinto de la profusión de infantes desnutridos de vientres abombados que pululan en todas las tribus primitivas de los humanos.

¿Es Avatar una historia diseñada para el gringo promedio presentándolo con la utopía de una sociedad ideal? Postulo que sí lo es. Más agua para mi molino, el propio James Cameron confesó en la conferencia Comic Con 2009 que "the Na'vi represent something that is our higher selves, or our aspirational selves, what we would like to think we are". Tomemos la famosa Pirámide de Maslow, en donde explica la jerarquía de las necesidades humanas, y nos damos cuenta de que cada uno de los cinco niveles de necesidades psicológicas humanas está plenamente cubierto dentro de la sociedad de los Na'vi. Más aún, en algunas áreas lo hace de una manera absolutamente imposible de lograr en nuestra sociedad. No sólo los Na'vi gozan de todo el apoyo emocional que puede entregar una familia extendida grande como lo es una tribu sino que su nivel de conexión con su medio es notable.

Básicamente tienen en la punta del pelo de su cola un conector para interfacearse con cuanto animal salvaje exista en el planeta, llamada Tsahaylu. Una especie de Hyper-Super-Duper-Improved USB 7.0 con la ecología. Dicha interfaz neuronal no sólo les permite convenientemente conectarse neuralmente y controlar mentalmente el par de especies a mitad domesticadas existentes como el clon del caballo, el Pa'li (Equidirus hoplites), y el muy práctico animalejo volador, el Ikran (Pterodactylus giganteus), sino que esta interfaz neuronal me entrega las mismas capacidades, sin degradación de velocidad de transferencia, con un par de especies totalmente salvajes, como el magnífico clon de dragon central en el argumento de la cinta, el Toruk (Gavilandora maxima), y el clon de pantera para señoritas, el Palulukan (Bestiapanthera ferox). Por si acaso no fuese suficiente la conectividad, esta interfaz neurológica en la cola permite conectarse con los ancestros a través del Tree of Voices, el Utral Aymokriyä. Algo así como chatear vía una hoja de árbol con la abuelita en el más allá para preguntar por la receta de cebiche de setas que hacía tan bien. ¿Quién necesita una Internet?

Los Na'vi son omnívoros, con un profundo respeto por la ecología y muy conectados, literalmente, con su ecosistema, con los clásicos rituales de los cazadores primitivos que piden perdón al alma del animal que acaban de cazar. No tienen diferenciación del trabajo, salvo los cazadores que son la gran mayoría sino todos los de la tribu. Cada uno manufactura los artefactos que necesita, los cuales son muy pocos. Su religión pareciera ser animista en una primera mirada, sin iglesias o templos, sin el concepto del pecado, sin sacerdotes, muy parecida a la espiritualidad presente en toda la obra de J. R. R. Tolkien, pero en una segunda mirada descubrimos a Eywa, quien no es más que otro nombre para Gaia. La misma Gaia que fuese inventada por James Lovelock a sugerencia de su vecino, el inefable William Golding, quien destruyó para siempre el mito del Noble Savage en su novela The Lord of the Flies.

La tecnología de los Na'vi es básica, absolutamente primitiva. No usan metales y aborrecen al fuego. Claro está el pequeño detalle de que no necesitan ni de metales ni de fuego. Las garras de los Ikran son más livianas y fuertes que el metal y la bioluminiscencia de casi toda la flora y fauna de la ecología es muy conveniente para los paseos nocturnos. Comparados con los Na'vi los humanos disponen de una profusión de artefactos electromecánicos sin los cuales simplemente no podrían sobrevivir en Pandora, o en la tierra sea dicho de paso. Salivé de envidia ante los sistemas computacionales de RDA con sus exquisitas interfaces gráficas. Todo un sueño para un tecnópata como yo.

La brecha entre las dos visiones es más que un golfo, es un océano en el cual los Na'vi y los humanos están en riberas opuestas. Las Na'vi son parte de la misma naturaleza mientras que los humanos crean interfaces electromecánicas entre la naturaleza y ellos, perdón, nosotros. Ya en 1939 el filósofo José Ortega y Gasset escribió que; "
Hoy el hombre no vive en la naturaleza sino que está alojado en la sobrenaturaleza que ha creado en un nuevo día del Génesis: la técnica". Como humanos habitamos en la sobrenaturaleza de nuestra tecnología, sin la cual no podemos sobrevivir, pero soñamos con ser como los Na'vi, quienes habitan de verdad en la tierra. Según el filósofo alemán Martin Heidegger "Somos en la medida en que habitamos, ser hombre (y ser mujer) significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar".

La apropiación del lugar significa construirlo: habitarlo, en conformidad a la dignidad de las personas. Los Na'vi habitan su planeta en todos los sentidos de la palabra. Los Na'vi son. Nosotros, los humanos, necesitamos de nuestra tecnología como avatar para poder habitar en la tierra. Los humanos somos avatares en nuestra tierra.

Pero, ¿qué es exactamente un avatar? Veamos lo que nos cuenta el nunca tan bien ponderado Diccionario de la Real Academia;

avatar.

(Del fr. avatar, y este del sánscr. avatâra, descenso o encarnación de un dios).

1. m. Fase, cambio, vicisitud. U. m. en pl.

2. m. En la religión hindú, encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú.

3. m. Reencarnación, transformación.



En India, un avatar siempre es pintado de un bello color azul, al igual que el manto de la Virgen María, el cual suele representar la divinidad y la pureza. Casualmente el mismo color azul de los Na'vi. Un cliché más en un film rebosante de simbolismos y semiótica en cada detalle, construyendo un sueño para nosotros los humanos. Un sueño en el cual no necesitamos tecnología sino que estamos habitando, conectados con, el planeta.

Claramente que es un sueño, pues una especie con un fenotipo tan homogéneo no puede evolucionar naturalmente. De hecho, cuando una población tiene exactamente las mismas características es que ha sido modificada genéticamente para un propósito específico, como los trigos transgénicos por ejemplo. Nosotros (Homo sapiens) somos una especie muy joven con más o menos dos cientos mil años de existencia y con una impresionante diversidad fenotípica. Ni hablar de un ecosistema global en el cual todos los animales salvajes vienen convenientemente provistos de una interfaz neuronal para ser controlados y el resto del ecosistema está diseñado para entregar absolutamente todo lo necesario, incluyen la inmortalidad del alma, a los Na'vi. Nada de eso puede evolucionar de manera natural. Pero, y es un gran pero, puede ser diseñado y construido.

¿Será eso lo que está en el fondo de Pandora? ¿La esperanza que quedó atrapada en la ánfora? ¿Qué ánfora estamos abriendo aquí? Esperemos que sea la esperanza la que salga de esta Pandora, pues pronto la necesitaremos en grandes cantidades si le creemos a James Lovelock en su libro; The Revenge of Gaia, cuando dice que, por culpa del recalentamiento global, "billions of us will die and the few breeding pairs of people that survive will be in the Arctic where the climate remains tolerable" antes del fin del siglo, por no cuidar de Gaia. James Lovelock será un excéntrico científico británico con la costumbre de hacer predicciones extremas, pero tiene el grave atenuante de estar generalmente en lo correcto.

Entonces, es posible que estemos obligados a dedicarnos a la geoingeniería, terraformación en términos Sci-Fi, simplemente para poder sobrevivir como especie y planeta. Será entonces en dichos años por venir en los cuales algunos de nosotros tendrán que decidir si el Sueño de Avatar dejará de ser un sueño y será la esperanza de nuestra salvación.

Kìyevame ulte Eywa ngahu.

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