domingo, 7 de diciembre de 2008

La búsqueda del Chamán


Busqué en el mercado de la ciudad,
pero, claro, allí no venden Chamanes...

Busqué en las reuniones de hombres de
negocios, y allí no estaba el Chamán...

Busqué en los bares de la noche,
y tampoco estaba allí...

Busqué, googlée, en la Internet,
pero, ni Google sabía dónde encontrar
Chamanes...

Busqué en el infinito del Aleph,
y no ví a ningún Chamán...

Busqué en el desierto, y sólo vi
la pobreza, y la magia, pero no un
Chamán...

Busqué en la cima de las montañas,
y vi el cielo y la nieve y la felicidad,
pero no estaban los chamanes...

Busqué en el húmedo fondo del mar,
en el medio de los plácidos peces,
encontré la paz pero no un Chamán...

Busqué en muchos lugares más...

Y sólo me encontré.

Yo.

Yo, solo, desnudo en el fondo de mi
Soledad.

Con mis penas, mis defectos, mis alegrías,
mis pequeñas victorias y mis grandes derrotas.

Me encontré yo, al final de todo.

Y al principio de todo.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Poema del insomnio

Tarde es. O temprano.
No importa. Da lo mismo.

Tranquila la calle. Nada se mueve.
Nada se escucha. Tarde es.

Nieve gris en la tele.
Busco al remoto.
Entre varios.
Encuentro el remoto.
Deja de nevar gris.

Encuentro otro remoto.
Suena la radio.
Compañía envasada.
Soledad contenida.
Tarde es.

Tres veces.
El mismo párrafo.
No lo entiendo.
Dejo el libro.

Enciendo la notebook.

Tomo otro sorbo.
Single Malt.
Es bueno.
Para el sueño.
Tarde es.

La notebook me muestra,
mensajes, notificaciones,
estados, fotos, notas,
de mis amigos.
Me acompañan.
Otro sorbo.

En la cama.

La notebook entibia,
el lugar de ella,
ocupando su ausencia,
más no mi sueño.


Tarde es.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Anoche Soñé Contigo


Anoche soñé contigo
Desperté con tu presencia
Tu voz, como a un amigo
Me habló, desde tu ausencia.

No recuerdo lo que me dijo,
Tu voz, tierna, me habló

De pasos, senderos,
recorridos,
juntos...

Anoche soñé con ella...

jueves, 16 de octubre de 2008

Sueño


Abrid las diáfanas alas de vuestra imaginación... Extended
su delicado celofán de musa, imaginaria, en el claro éter
como delgados hilos de araña cubiertos de cristales de rocío
ansiosos de capturar los inocentes deseos de nuestras mentes.
De tu mente. De mi mente. Confundidas en las aguas profundas
de tu mirada en mi mirada. Atadas. Nuestras mentes atadas.
Atadas por las algas marinas del deber en la profundidad
oscura de nuestra conciencia mientras vemos con toda
claridad, lejos, arriba, sobre el vientre de las olas de
nuestra soledad el sol mágico de nuestra imaginación,
brillante y libre soñando sueños por tí soñados sin
límites ni realidad...

Soñad los sueños que he soñado... Soñad el lento baile de la
serpiente, sobre tu piel. El lujurioso mover de tu carne,
sola, en la inmensa blancura de tus sábanas. La oscura
soledad de tu habitación rodeándote, sola, en el delicado
centro de ti misma mientras te abres al infinito de tus ojos
cerrados. La inquietante danza de tu mano por la orografía
exaltada de tus pechos. El ritmo embriagador de tu pelvis
bailando esa inconfesable magia húmeda. La pequeña muerte
infinitesimal que, por frágiles momentos mágicos, te alivia
del agobiante peso humano de tu solitaria vida con un grito
callado. Soñad mis ojos lúcidos mirando, viendo, saboreando,
tu muerte instantánea en el centro de la inmensidad blanca
de tus sábanas, mojadas por la marea de tu placer.

Oled la resaca de la marea cuando la ola reventó... La ola
cuando cubre tu cuerpo con un manto de besos. La libertad
juguetona del delfín mientras penetra la ola. El escalofrío
metálico de los peces huyendo su propria muerte fugaz, una
y otra vez, hasta saciar la infinita hambre de vida del
delfín. La tenaz resistencia de la almeja, blanca perla, en
las infinitas sábanas de arenas. La playa cubierta de
cosquillas de cangrejos temerosos de la ola bajo el sol
azul de la libertad. La paz de la arena mientras bebe el
agua de la ola para destilarla y quedarse con la sal de su
vida. Vida onírica y caliente del trópico. Vida de tu cuerpo
sobre la arena blanca de tus sábanas bajo el sol implacable
de mi mirada. La sal de tus muslos. Las cosquillas de tu
mano de cangrejo en la infinidad blanca de tu cuerpo
conjurando la ola. La resaca de sal de tu vida, de mi vida,
secándose al sol de mis ojos. Oled el licor de vida de tu
sudor y de mi sudor, en el cual destilamos la sal pura de
nuestros sueños, soñados y vividos en la diáfana libertad
de la luz de un amanecer, imaginario, antes de beberlo
para saciar esa sed que no tiene principio ni fin.

Bebed mi sudor salado de mar... De tantos mares... Unos
fríos como la desesperanza de los sueños imposibles. Otros
tibios como el abrazo de una mujer desnuda, tú, al amanecer
de un día soleado. Mi sudor con gusto a lucha, a angustias,
a victorias, a pesambres, a derrotas, a sal y a vida. Con
el yodo de mis sueños increíblemente soñados en tí. Ese
sudor que te cubre y te penetra por cada poro de tu piel;
bébelo. Hazlo tuyo. Asume su cansancio y su dolor.
Embriágate con tu lengua al acecho del último cristal de
sudor en los recovecos de mi piel. Mézclalo con el rocío de
tu cuerpo de arena blanca cubierta por tu ola solitaria.
Bebed este vino con gusto a vida, a mar de mi pequeña muerte
destilada, ahogada en las profundidades rojas del vino de
tus deseos...


Sentid el vino entrar en tu boca por tus labios ansiosos...
Bajar tumultuosamente por el esófago. Penetrar
implacablemente tu vientre diáfano en un sueño que he soñado.
Abrirte hasta limpiar cada partícula de soledad, por un
minúsculo instante. Lavarte la piel del cansancio. Limpiarte
la mente de la realidad. Domarte como animal salvaje. Tomarte
como un regalo preciado, para sentir el chocolate fundido del
deseo, de tu deseo, cubrir tu boca y bajar, lentamente,
paulatinamente, por tu garganta, por entre la suavidad de tus
senos hasta llegar a inundar tu vientre en donde mi lengua
beberá con suavidad felina tu salado deseo de chocolate negro,
bitter, derramado lujuriosamente por todo tu cuerpo, atado,
inmóvil, mientras detrás de la oscuridad de tus ojos cerrados,
tras una venda negra, imaginas el vuelo lento de mi lengua
voraz, hambrienta, dominante, al ritmo tímido de mis manos de
cangrejo atrevido. Ese vino portentoso, de cuerpo,
aterciopelado, con dejos a frutas rojas, cuero y chocolate
negro te cubrirá, te ahogará, te embriagará hasta que bailes
las incantaciones de la magia húmeda de las hijas de Lilith.

Escuchad como nuestras respiraciones, rápidas, invocan la
magia del mar... Oid el aleteo incierto de mi respiración en
tu cuello, allí donde nace la oreja. Sentid la breve
inspiración antes de tragarse el chocolate de tu piel,
prisionera. Oled mi respiración marina de delfín varado en
la infinita playa blanca de tu cuerpo. Soñad el sueño que he
soñado de la sirena en esta playa de mi vida. Imaginad, antes
de sentirlo, la rápida huida del cangrejo solitario ante la
ola que se muere. Añorad la entrega libre de la esclava
mientras baila el baile infinito de su vida. Gozad el baile
rítmico de la cangreja mirando el ir y venir del mar bajo el
sol, duro, de mi mirada.

Gozad el lento baile de mis dedos por tu piel mientras
escriben poemas que no habrán nunca de ser cantados... Mis
dedos largos, recorriendo tu piel, tus orejas, tus pies,
masajeando tus pies, despojándolos del cansancio de caminar
prisioneros de los zapatos del deber. Mis dedos grandes
mientras hacen suya toda la geografía de tu cuerpo. Mientras
delimitan sus dominios, explorando dulces montañas, valles
tersos, blancas playas y mares salados. Con mis dedos,
soñando, escribiré nuestra historia imaginaria en delicados
versos de alas diáfanas de mariposas pensadas, en la ansiosa
piel de tu espalda, desde donde el cuello nace a la luz
hasta donde tu columna muere en la oscura humedad de tu
cuerpo de mujer soñadora. En tu piel quedará escrita toda
nuestra historia soñada para que la recuerdes a pesar de las
inabarcables playas del olvido.

Recordad el infinito dolor, soñado en un sueño que yo soñé,
del amor en tu piel cada vez que huelas el vino, que pruebes
la sal, que sientas el mar y que bebas tu sudor imaginario,
sola, en el centro de la blanca playa de tus sábanas bajo mi
mirada inquisidora detrás de las diáfanas alas de vuestra
imaginación...

sábado, 4 de octubre de 2008

Esa fue mi vida. Fue una buena vida.


Una de las pocas cosas que he aprendido en mi vida
es que la felicidad es un camino y no un objetivo.
Cuando caminas, sola, siempre sola, por la ribera
de playa que es tu vida vas encontrando pequeños
instantes de felicidad como quien encuentra una
concha tirada en la arena, un pedazo de vidrio roto
laboriosamente pulido por el mar en un destello de
suave belleza, el breve instante del vuelo de un
pájaro cuya mirada cruza la tuya. Recoges cada concha,
cada piedra, cada instante, puros, bellos, y los
ensortijas para hacerte un collar. Las cuentas de
ese collar son tu vida.

Enarbolando ese collar sobre tus pechos de mujer
que sabe dar amor pones pie ante pie y caminas,
descalza, sintiendo la arena acariciarlos,
el ciclo de las mareas besarlos y las tempestades
desafiantes azotarlos. Y en todo encuentras la
belleza y la paz.

Y cuando llega la noche, como siempre llega, a tu
ribera, tomas tu largo collar en tus manos y mediante
el sutil conjuro de tus dedos, de tus manos, llamas al
recuerdo cada una de las cuentas de tu vida y dices;
"Esa fue mi vida. Fue una buena vida".


martes, 16 de septiembre de 2008

Dale con que las gallinas mean...


El sábado recién pasado, mientras conversaba con un selecto grupo de lo más granado de mis amistades en algún barucho de la ciudad, a uno de los etilizados presentes se le ocurrió proferir la siguiente expresión, entre dos copas de buen vino; "dale con que las gallinas mean..."

En Chile solemos usar esta expresión popular para hacer notar a nuestro interlocutor que su discurso es un tanto reiterativo muy a pesar de los majaderos hechos. O sea, en buen chileno, que es más porfiado que la cresta.

Existe otra expresión muy similar morfológicamente y de idéntico significado, conocida como "dale con que va a llover", la cual es usada cuando alguien sigue exagerativamente con un mismo tema, que no tiene la más mínima posibilidad de ocurrir alguna vez. Tiene un claro origen peninsular pues hoy en día aún es usada en la mismísima España.

Sin embargo, todos estos estudios filológicos no nos han dado la respuesta a la verdadera interrogante de fondo, ¿mean o no mean las gallinas?

Y eso fue justificación suficiente como para que olvidáramos a todos los hilos de la conversación previa y nos dedicáramos a discutir seriamente, con el abundante apoyo bibliográfico de nuestros recuerdos, sobre si las gallinas mean o no. Obviamente, no llegamos a ninguna conclusión, salvo la de emborracharnos.

Pero, la pregunta es buena, y por eso dediqué todo el dormingo al estudio de tan interesante pregunta. Resulta que por una de esas casualidades de la vida encontré la respuesta, tras generalizar la pregunta (i.e. ¿Mean o no mean las aves?), pero resultó ser un tema escabroso en demasía por lo que se ruega a las almas sensibles no seguir leyendo. Serán perdonadas. De los arrepentidos es el Reino del Señor. Eso va para ti Mauricio.

Haciendo un poco de anatomía comparada descubrí que lo que tienen todas las aves, como buenos dinosaurios que son, es una cloaca, la cual, con una economía de espacio notable, les sirve para las tres funciones básicas de la vida; cagar, mear y procrear.

Cloaca
(cloacae en plural) resulta ser una palabra del latín en donde significa 'drenaje de aguas servidas'. Por eso mismo hoy en día se usa para designar a la cavidad corporal a la cual los canales intestinales, urinarios y genitales desembocan en las aves, reptiles, anfibios y la mayoría de los peces. La cloaca tiene una apertura para la expulsión de sus contenidos fuera del cuerpo, y, además, sirve como depósito del esperma. Todo un muntifuncional, tanto que pareciera fuese diseñado por un japonés.

Como los más observadores de los lectores se habrán dado cuenta, las aves botan un guano acuoso y de un color que varía desde el blanco para las gaviotas hasta un verde cafesoso para los gansos silvestres. ¿Es eso meado o es eso caca?

Indagando sobre el tema desde la raíz descubrí que las aves suelen tener un par de riñones, cuya función principal es la de eliminar los desechos del cuerpo que están siendo transportados por la corriente sanguínea. De cada riñón sale un tubo llamado uréter que termina directamente en la cloaca. Se podrán dar cuenta que por motivos de economía se prescindió de la vejiga y de la uretra. Los tiempos están duros.

Ahora esto es sólo es posible porque la aves en general y las gallinas en particular no eliminan la muy tóxica urea (del griego antiguo οὖῥον, 'orina', vía el francés urée) sino que eliminan urato, que no es tóxico ni soluble en agua. El urato es ese residuo blanco que acompaña las deposiciones de las aves y que compone la mayor parte del guano. Al no ser soluble en agua se requiere de muy poca agua para eliminarlo, sobretodo cuando el todo llega a la cloaca de múltiples usos.

De muchos y múltiples usos es entonces la cloaca, pues las aves también tienen sexo por el mentado agujero y además, el mentado hoyo se usa para poner los huevos, no con cierta dificultad, como los que alguna vez hemos escuchado a una gallina poner un huevo podemos atestiguar.

La mayor parte de las aves, incluyendo a los gallináceos, no disponen de un falo (proviene del latín 'phallus', y éste del griego 'φαλλός') por lo que el macho, que por comodidad llamaremos gallo, bota su esperma (del griego 'σπερμα') en su cloaca. Lo que sucede después es el famoso y nunca tan bien ponderado "beso cloacal", el cual no debe ser confundido con el "beso negro" (también conocido como el "ósculo infame"), el cual será objeto de otro textículo.

El "beso cloacal" dura unos pocos segundos durante los cuales las dos aves se tocan con sus cloacas permitiendo así el intercambio de fluidos seminales. De más está decir que este acto es poco higiénico en extremo. Varias semanas después, un huevo es puesto, por la misma práctica y multifuncional cloaca.

El hecho de que el huevo (i.e. práctico contenedor autocontenido, valga la redundancia) tenga una superficie calcaría ayuda a evitar las infecciones del parto, lo que no es posible en los mamíferos por carecer de tal protección y de allí la necesidad de tener tres hoyos separados para la {procreación y/o recreación}, la eliminación de desechos líquidos y sólidos (i.e. aguas menores y mayores).

Por lo tanto, podemos concluir que el concepto mismo del sexo anal no existe para las aves, que era lo verdaderamente importante del argumento.


Ahora, considerando la fabulosa obnibulación del ser nacional chileno con los gallináceos, que encontramos en nuestra lengua (i.e. gallo, galla, cresta, pico, matar la gallina, etc.) y en nuestro baile (i.e. cueca), ¿qué podemos inferir sobre nuestra sexualidad patria?

Podríamos inferir algunas inferencias (i.e. Prolog), valga la incoherencia. Primero, que en Chile la expresión "todo hoyo es trinchera" es válida, multifuncional y útil. Segundo, que la costumbre que tenemos de usar algo para todo lo que se pueda usar tiene raíces semióticas profundas. Tercero, que la pregunta de si mean o no es una pregunta sin sentido pues en estricto rigor se podría decir que 'cloaquean'. Cuarto, que en alguna parte en el colegio confundí las clases de educación sexual con las de biología.

Podría continuar hablando de los benditos usos que le dan en el campo chileno al 'cloaqueo' de las gallinas, pero sería abusar demasiado del delicado estómago de mis benevolentes lectores.

Sin embargo, si para las gallinas el sexo es anal por naturaleza, entonces, ¿qué podemos decir del sexo oral de los gallináceos? Pues, por muy contradictorio que suene, el gallo practica el sexo oral con el pico.

Entonces, ¿mean o no mean las gallinas?

sábado, 6 de septiembre de 2008

El Espejo Roto


Era tarde. Muy tarde. Pasada la una de la mañana. Mientras bajaba el ascensor desde el piso 25 de la Torre Catalina me miré al espejo. Me ví cansado. Me ví despeinado, con la corbata a un lado, el cuello de la camisa desabotonado, el terno arrugado y el bolso con el laptop colgando. Demasiado tarde para cenar. No porque en Buenos Aires fuese tarde para cenar sino porque yo ya no tenía más hambre. Me alcanzaban las fuerzas sólo para irme a echar a la cama. Mañana tendría que llegar a las siete a la oficina para terminar este puto informe de ventas para mi jefe. No es que no tuviera los datos de las ventas del trimestre. Lo que no tenía eran ventas en el trimestre. Y menos explicaciones de porque no andaban bien las ventas.

El guardia me abrió la puerta a la calle, con esa mirada muda de siempre. Debe de preguntarse qué tipo de chilenito pelotudo soy laburando tan tarde. Otra vez laburando tarde. Por cierto, era como siempre el último en salir de este puto edificio. Mientras caminaba por la calle respirando algo del aire que el viento traía, me pregunté; ¿salir más temprano para ir dónde? ¿a qué? Claro, a la pieza del Sheraton, ese que está frente a la Torre de los Ingleses. Como todos los días de todas las semanas de este año. Una mísera pieza de hotelucho a tres cuadras del laburo.

Distraídamente ví varios pósters de conciertos en una detención de bondi. Los Bee Gees. Silvio Rodríguez. Eso sería algo más entretenido que tratar de inventar ventas cuando los clientes no quieren comprar y los distribuidores no quieren vender. Mañana mi jefe me iba a recagar a pedos. Una vez más. ¿Cómo diablos no podía haber algo más que hacer en Buenos Aires de noche? ¿Cómo merda estaba en esto? Y bueno, en Santiago tampoco tenía nada que hacer de noche. Tres años ya que me había separado. Tres años grises dedicados a una pega de mierda.

Llegué al lobby del hotel, lleno de gente, aún tarde. Esperé un rato un ascensor y me subí. La misma cara cansada me miró en el espejo. Detrás mío entró un señor chico, pelado, con jeans azules, una camisa blanca abierta en el cuello y una cara de puto turista. Se veía contento, relajado, sonriente. No me miró siquiera. Lo ignoré con mi mejor cara de ejecutivo mientras pensaba en qué chamuyo tendría que contar mañana.

Quedé helado. Incómodo. Ese señor conmigo en el ascensor era Silvio Rodríguez. Tardé en reconocerlo. En el colegio había cantado todas sus canciones. Me las sabía de memoria. Casi todos los recreos alguien guitarreaba y el resto cantábamos sus canciones. Era mi ídolo de adolescente. Él me había inspirado en mis sueños. Veinte años después estaba frente a mí. En persona. Pero, yo ya no tenía nada que decirle. Yo era otro. Era otro. Sin mis sueños.

martes, 2 de septiembre de 2008

Sin rastros visibles


Los pasos descalzos salieron de la habitación con una calma inusual. Enrumbaron hacia la cocina con el ritmo pausado de quien está caminado por el seguro sendero de su destino. El celular recién cerrado acompañaba una mano también cerrada. Otra mano, abierta, abrió el refrigerador, sacó el cartón de leche, descremada, y lo llevó a la boca.

La leche se inmiscuyó entre los labios, rodeó la lengua, bajó por su garganta y sólo se detuvo en el fondo de la sed del estómago. La mano abierta botó la caja de leche vacía en el basurero con un gesto tan altivo como certero. El mentón dejó pasar una gota de leche rebelde en su frenética carrera terminal hacia una fría baldosa del piso. El celular cerrado en la mano cerrada estremeció el instante final de la gota de leche en la fría baldosa del piso.

Rabiosa, la mano cerrada se abrió, y el celular describió una perfecta parábola por el aire de la cocina. Pero no entró en el basurero. Terminó estrellado en el piso de frías baldosas convertido en varias piezas más o menos reconocibles.

Con la calma del abandono las dos manos abiertas cayeron sobres los pies descalzos, frente a la estrellada gota de leche. Manos y pies, helados, desnudos, miraron como gotas saladas morían alrededor de una solitaria gota de leche estrellada en el frío plano de una baldosa de cocina. Gotas saladas cayeron y cayeron lejos de las piezas esparcidas del rompecabezas que había sido un celular. Un celular que no recibirá más llamadas de él.

Las piezas esparcidas del rompecabezas de la memoria que nunca habrán de calzar. Con el tiempo la sal de las gotas formó un charco que absorbió la solitaria leche. Las dos manos abiertas se alzaron. Los pasos salieron de la habitación con una calma inusual.

La mañana siguiente sólo quedaría un tenue rastro de sal seca sobre las baldosas frente al refrigerador.

jueves, 13 de marzo de 2008

A modo de principio...

A modo de principio contaré del por qué estoy escribiendo este Blog. Es lo más simple del mundo. Es porque se me da la real gana. Yo soy así.

Quizás sea de mayor relevancia el contar los temas sobres los cuales versará este Blog. Básicamente, de todo y de nada. O sea, de la vida. Ni más ni menos. Ambicioso, pero así soy yo.

¿Que quién soy yo?

Un ser humano. Ni más que eso. Ni menos tampoco. Sólo un ser humano, con su diaria carga de pequeñas alegrías, pesares, dolores y victorias. Como cualquiera.


Adolezco de ciertas pasiones. Algunas dirían fijaciones. La comida y la bebida son claramente temas recurrentes, recursivos diría yo, en mi actuar y en mi discurso. Me han dicho que eso es normal. No me preocuparé entonces.

El problema está entonces en otro lado. ¿Quizás en mi fanatismo por la lectura? ¿En mi omnibulación por los libros?

Es verdad. Soy un lector poco cultivado pero absolutamente voraz en mis lecturas. Además, soy omnívoro. Leo de todo y también lo que me caiga entre las manos. Y así soy yo.

¿Que qué entiendo de lo que leo?

Pues, todo. Bueno, casi todo. El único problema es que todo se me mezcla después en la cabeza, fermenta, se pierde, y me deja en un estado de anarquismo ontológico sumido en la cacofonía. Queda algo así como el compost. Huele feo, pero me han dicho que es bueno para el crecimiento.

A ese compost se le suele llamar Cultura General (en francés Culture G), la cual no tiene mayor relación con el Punto G, según me han contado. Ahora cuento con una Cultura General bastante espesa, dotada de ricos aromas a bosque y a fruta madura y húmeda, por no decir podrida.

En donde se cuenta el principio

Contando con eso, es gran tiempo de contar lo que he leído. Y, a modo de principio, y por principio, partiré con el principio.

Hace más de cuatro mil años se contó un cuento, el cual posiblemente sea aún más antiguo, pero por primera vez ese cuento fue contado con tecnología moderna. Es decir, fue escrito en tabletas de arcilla con un palito usando caracteres cuneiformes. Fueron doce tabletas de arcilla las que contaron La Epopeya de Gilgamesh. Esa es la más antigua historia jamás escrita. Fue olvidada, encontrada, traducida y vuelta a contar. Ese es el poder de la palabra escrita.

Se considera como la primera obra de literatura, y cuenta las aventuras y desventuras de un gran héroe; Gilgamesh. De hecho, introduce el arquetipo del héroe, que parte a buscar la aventura porque sí, después duda, pero al final logra vencer. La Epopeya de Gilgamesh son varias historias en paralelo. La básica es la del héroe arquetípico, pero también está la amistad con Enkidu y la búsqueda de la inmortalidad. Nuestro héroe hace lo que todo buen héroe debe hacer, luchar contra sus enemigos, perdonarlos, matar monstruos y viajar hasta el mismo infierno en búsqueda de lo inalcanzable.


Meta-historias y contextos

Como meta-historia está el cómo ser un buen rey y gobernar bien a su pueblo, introduciendo algunos límites ante el poder del rey, como, por ejemplo, no acostarse con las futuras esposas antes de ser desfloradas por sus hombres. Interesante el como la preocupación por establecer los límites del Estado en la vida privada es antigua.

También está la dualidad entre la civilización y lo salvaje, muy presente en la conciencia de la primera civilización que alcanzó el nivel de Ciudad-Estado, Uruk. Quizás lo más interesante es la representación del rol civilizador de la mujer sobre el hombre semi salvaje, Enkidu, por muy puta que sea ella. La mujer y su sempiterno altruismo ontológico.

El contexto religioso nos presenta con una tremenda sorpresa; el diluvio y la historia del Arca de Noé, pero sutilmente diferente, con los nombres de todos los personajes cambiados. Utnapishtim no se parece mucho a Noé. Sumado a la lista de reyes sumerios tenemos una interesante perspectiva sobre el antiguo testamento.

Nuestra humanidad pasa por nuestra mortalidad...

Gilgamesh el mayor rey de la Tierra, dos terceras partes dios y una humano, descubre que también va a morir, a pesar de todos sus esfuerzos y de todo su poder, y eso lo hace humano.

Para mí, eso es lo más interesante de este relato. Más de cuatro mil años después, la historia nos llega. Es una historia profundamente humana, con preocupaciones que resuenan del mismo modo hoy.

Somos tan humanos como ellos lo fueron, y eso es reconfortante en alguna parte. No sé qué parte, pero alguna parte...


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