domingo, 1 de noviembre de 2009

Regulemos el matrimonio... ¿homosexual o heterosexual?

Todo empezó con una simple frase del Senador Eduardo Frei R-T., actual candidato presidencial de la Desconcertación, cuando se refirió al matrimonio homosexual, diciendo "... y esas situaciones yo creo que hay que regularlas, de tal manera que se busque solución a los temas puntuales de esas uniones entre parejas del mismo sexo".

Claro está que para un candidato de un partido católico este tipo de frases suelen generar polémicas, especialmente cuando el candidato de la Alianza (a la Fuerza) por Chile, representante de las reservas morales del país, el Senador Sebastian Piñera E., temiendo perder el voto homosexual, declaró, "Hay que proteger los derechos de todas las personas, sin discriminar y cualquiera sea su posición sexual".

Ambas declaraciones provocaron airadas reacciones en las alas católicas más hipócritas de las respectivas coaliciones, especialmente de parte del Diputado José Antonio Kast R. quien lidera las fuerzas del oscurantismo en la UDI, cuando afirmó, "En política, a parte de otros temas, estoy por la defensa de la vida y la familia como base de sociedad y si eso no es resguardado por la Alianza, tengo que alzar la voz".

Ambos candidatos, en una actitud muy poco varonil, casi gay, pero eso sería insultar a los gays, suavizaron, desmintieron, modificaron, cambiaron y arreglaron sus posturas ante el matrimonio homosexual de tal forma que hoy es imposible saber si están a favor, en contra o todo lo contrario. Políticos en acción. El único candidato que ha mantenido una clara opinión al respecto es el Diputado Marco Antonio Enríquez-Ominami G., MEO para los amigos, quien ya el 20 de marzo de 2008, impulsó en el Congreso Nacional la Ley de Matrimonio entre Personas del Mismo Sexo, la cual no ha sido votada todavía por falta de interés de las fuerzas del bien y del orden, sean cuales sean.

En disputa están los votos de la comunidad homosexual, los cuales pueden representar entre un 5 a 10% del universo de electores, pero el tema no representa más que la sempiterna politiquería pre-electoral a la cual nos tiene acostumbrada la mediocre clase política chilena. Mediocre es, pues en vez de discutir los verdaderos problemas del país y ser fuerza de proposición ante los desafíos nacionales, se esconden tras rencillas periféricas que generan mucho ruido y muy pocas nueces, pues de haber realmente estado interesada en una Ley de Matrimonio entre Personas del Mismo Sexo, la habría votado hace mucho tiempo. Esto es entonces sólo un tema para llenar los medios y así evitar tocar los temas realmente importantes. Smoke and mirrors.

Lo peor es que el tema de las uniones civiles del mismo sexo es escencialmente un tema patrimonial, y no valórico, pues nadie puede impedir a la gente vivir junta bajo un mismo techo cuando se les da la real gana. Además, es de suponer que ningún candidato está a favor de legislar para que el Estado intervenga en lo que hacen los chilenos en sus dormitorios. Quiero esperar eso. En lo que a mi concierne, el tema del matrimonio homosexual debió haber sido legislado hace muchos años y ni siquiera debiera ser un tema país.

¿Qué temas país reales tenemos entonces?

Que tal, por ejemplo, el matrimonio heterosexual.

De que el matrimonio heterosexual está en crisis en el mundo en general y en Chile en particular es un secreto a voces. Las estadísticas, los guarismos y las cifras hablan por si solas al unísono. Sólo a modo de ejemplo, el número de matrimonios en el país ha bajado un 23% en la década que va de 1998 a 2008. Y de los divorcios, ni hablar...


¿Qué está pasando?

No lo sé. Pero tengo una teoría. Creo que el matrimonio tradicional está simplemente obsoleto. Seamos claros, el matrimonio tal cual como lo practicamos hoy en día se inventó hace varios miles de años en sociedades agropastorales, usualmente nómades del Medio Oriente, que conformaban grupos estables de unas treinta personas. En aquellos años, la gente se casaba a los quince años y se moría, de vieja y con bastante suerte, a los treinta años. El casarse para "toda la vida" era entonces una condena a quince años nada más. Hoy en día vivimos mucho más, y cualquier hijo de vecino recién nacido hoy en Chile tiene una esperanza de vida de más de 77 años, que si se casa a los 25 años tendrá una condena de 52 años de matrimonio. ¡Más de tres veces del tiempo de duración objetivo de diseño! En resumen, el matrimonio tradicional no ha cambiado sustancialmente en los últimos tres milenios y en un mundo globalizado, internetizado en el cual ambos miembros de la pareja trabajan profesionalmente, pues, está su tanto obsoleto como instrumento de organización de la vida.

Olvídense entonces los políticos del matrimonio gay y tratemos de concentrarnos en arreglar el matrimonio heterosexual que claramente ya no funciona lo bien que debiese.

¿Cuál es la función del matrimonio en la sociedad? Básicamente, es un contrato entre dos personas, usualmente de sexo opuesto, para gestionar el patrimonio de la sociedad conjugal, usualmente en beneficio de los hijos. Entonces el matrimonio es un contrato. Ni más ni menos. Claro está que es un contrato con una estructura sesgada que podemos reconocer hasta en la etimología pues matrimonio viene del latín mater, madre, mientras que patrimonio viene de pater, padre. En otras palabras, el hombre pone las lucas y la mujer se encarga de la felicidad conyugal. Así de simple.

¿Qué hacemos ahora que ambos ponen las lucas? Digo, además de aprender a cocinar, lavar los platos, lavar la ropa y todos esos pequeños detalles domésticos. ¿Alguien dijo reingeniería de procesos? Partamos por una pequeña taxonomía de todos los tipos de matrimonios en los cuales puedo pensar;
  • Monogamia cerrada entre dos personas de cualquier sexo
  • Poliginia abierta y declarada, o sea, un hombre con más de una mujer amancebados bajo el mismo techo.
  • Poliginia funcional, lo mismo que el anterior, pero con cada mujer en su propia casa, tal como suele usarse en la mayor parte de América Latina.
  • Poliandria abierta y declarada, o sea, una mujer con más de un hombre amancebados bajo el mismo techo.
  • Poliandria funcional, lo mismo que el anterior, pero con cada hombre en su propia casa.
  • Monogamia abierta entre dos personas de cualquier sexo. En el caso de la monogamia abierta, tenemos a su vez tres tipos de matrimonios;
    1. Monogamia abierta con tríos eventuales y casuales, en los cuales la pareja, por turno, invita a un tercero a participar de los juegos de adultos en una cama.
    2. Monogamia abierta y transparente en la cual cada miembro tiene el permiso de tener relaciones ocasionales con la única condición de siempre contar los detalles a la vuelta al hogar.
    3. Monogamia abierta y opaca en la cual, si bien el permiso para tener relaciones ocasionales es explícito, nadie cuenta nada bajo la premisa de que "ojos que no ven, corazón que no siente".
  • Ménage à trois en el cual tres personas del sexo que sean conviven amancebados bajo un mismo techo.
De seguro deben existir muchos tipos más de matrimonios, pero estos son lo que conozco y he practicado, en esta u otras vidas. Pero, tenemos un problema, pues esta taxonomía guarda relación con las prácticas sexuales del matrimonio y no con el patrimonio del matrimonio. ¿Qué está pasando aquí? Quizás está pasando que en una sociedad en donde ambos aportan las lucas el tema del patrimonio pasó a segundo plano dentro del contrato social del matrimonio, mientras que el deber del orgasmo, especialmente para los mujeres, pasó a primer plano.

¿Debieran de legislar para regular estos distintos tipos de matrimonios nuestros queridos políticos? Yo creo que sí. Abramos el kimono y pongamos este tema en la mesa, y en la cama. ¿Con qué fin? Bueno, con el fin de reparar una institución maladaptada a la modernidad y lograr la estabilidad y felicidad matrimonial de los chilenos. No es un desafío menor ni poco importante para el país. Debiese de ser un desafío país.

Ahora, ¿qué hacemos con los regímenes patrimoniales del matrimonio? Simple, repensarlos y modernizarlos. Si los contratos de prestaciones de bienes y servicios están hoy en día tremendamente diversificados, ¿por qué no hacer lo mismo con el contrato matrimonial? Exploremos entonces lo que implicaría matrimonios del tipo leasing, arriendo, outsourcing, insourcing, a plazo fijo, renovables, con multas, premios, seguros, etc. Ya es gran tiempo de modernizar esta vetusta institución antes de que se derrumbe completamente.

¿Quién sabe lo que podrán imaginar nuestros MBAs expertos en nuevos modelos de negocios? Un político y hombre de negocios de la talla del Senador Sebastian Piñera E. debiese de tomar este tema como un desafío y ser fuerza de proposición con modelos modernos y efectivos. Podría hasta lograr que vote por él en vez de por Walt Disney.

blogger templates | Make Money Online